Con la biblia en el bolsillo y el crucifijo bajo la camisa

El Presidente del Gobierno Español por obcecación y conchabanza, Pedro Sánchez, ha jurado cargo nuevamente en supuesto acto de indocilidad, sin biblia ni crucifijo. Semejante insolencia y bravata, sin embargo, está permitida por la Casa Real desde el verano de 2014 cuando Felipe VI fue proclamado monarca. El gesto sirve para conservar embobados a los fanáticos de la mascarada — a los que creen que Pedro les representa, que el PSOE es el PSOE y que en España hay cabida para algún tipo de aconfesionalidad o, más aún, laicismo.

Entretanto, mientras baja la cortina de humo, el gobierno ya ha renovado el Concordato con la Iglesia que establece la lista de festivos relativos al calendario laboral para el presente 2020. En los medios de difusión se alude a que entre los colectivos consultados se encuentran grupos parlamentarios, instituciones económicas y sociales representativas, además de la Iglesia Católica; pero nunca deja de ser sorprendente que el resultado sea indefectiblemente una serie de fechas de carácter religioso salvo el Día del Trabajador y el de la Constitución Española. Aparte, el uno de enero no se celebra por ser año nuevo -porque no se hace más allá de las primeras horas de la madrugada, durante la noche del día anterior- sino por ser el de María Madre del Señor, tal como señala cualquier calendario español. Por otro lado, la fiesta de la Hispanidad (término que fue propuesto por el sacerdote Zacarías de Vizarra en 1926) celebra la unificación monárquica de los territorios españoles — un regalo a la Iglesia disfrazado de otra cosa. Luego quedan dos días de fiestas locales por municipio que si no caen en un santoral caen en un patrón religioso o alguna variante virginal.

Ahora bien, ¿dónde está en el calendario el día de Hipatia de Alejandría? Ni existe ni es festivo, por descontado. ¿Y el día de Ada Lovelace? Lo mismo. ¿El día de Marie Curie? Tanto igual. ¿El día de Pablo Picasso, de Miguel de Cervantes, de Galileo Galilei, de Rosalía de Castro, de Santiago Ramón y Cajal, de Benito Pérez Galdós o de Albert Einstein? ¿De Louise Bourgeois, de Manuel de Falla o el de Federico García Lorca? En su natalicio, y si se recuerda, se hace momentáneamente frente a la máquina del café o en la radio. Todo lo más en algún evento cultural de ámbito local. Y puerta.
Pero es que no hace falta que sean personas, pueden ser conceptos o abstracciones: ¿el día de la ciencia? ¿el día de la serenidad? ¿El día de la música? ¿Qué año ha sido festivo nacional el día de la paz? ¿Y por qué no es festivo el día de la lucha contra el cáncer pero sí lo son el jueves y viernes denominados santos? ¿Por qué los valores culturales españoles a escala poblacional están siempre a la altura del subsuelo? ¿Tal vez por que no hay un día nacional para celebrar el teatro, el ajedrez o el deporte al aire libre?

El concordato con la Iglesia Católica sigue vigente para intromisiones en el Estado -además de privilegios y subvenciones a costa del erario-, abarcando desde materias económicas y jurídicas hasta la enseñanza y asuntos culturales. Todos ellos firmados en 1979 — ninguna casualidad. Ni Pedro Sánchez ni su gabinete de ministros moverán un dedo para que esto cambie; aunque mientras tanto escondan la biblia a la par que juran fidelidad al rey. El presidente, por supuesto, dará cuenta este domingo a Felipe VI de la lista de ministros que conformarán el gobierno.
Ya sea con simbolismos ante las cámaras o sin ellos, el poder de la Iglesia Católica y sus suplentes pende con hilos sobre la nación española, perenne y con la connivencia del pueblo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.